Qué puedes esperar cuando reservas una sesión conmigo (y por qué no improviso)

Reservar una sesión de fotos puede generar tantas dudas como ilusión.

¿Y si no salgo bien? ¿Y si no sé posar? ¿Y si no me siento cómodo?

Es normal. Y por eso prefiero contarte cómo trabajo.

Para que sepas, desde el primer momento, qué esperar.

Porque aquí no se improvisa.

Aquí se escucha, se prepara y se cuida cada detalle.

Antes de la sesión: conocer, no solo coordinar

Cuando alguien reserva conmigo, no le mando un email genérico con una fecha y una lista de precios.

Lo primero es entender quién eres, qué esperas, qué historia estás viviendo.

A veces es una boda íntima. Otras, una familia en pleno caos hermoso.

Cada sesión tiene su tono, su luz, su forma de respirar.

Y yo necesito saberlo para estar a la altura.

Por eso, antes de fotografiar, hablo contigo. Por mensaje, por llamada o tomando un café.

Porque fotografiar no es solo disparar.

Es entrar con respeto en un momento de tu vida.

Durante la sesión: calma, ritmo y verdad

No trabajo con reloj en la mano.

No hay poses rígidas, ni indicaciones frías.

Mi forma de dirigir es suave, casi invisible. Creo el espacio para que puedas ser tú.

Observo, espero, propongo. Y cuando ocurre algo real… disparo.

Uso cámaras que me permiten trabajar con intención.

No hago cientos de fotos por inercia.

Hago las que cuentan.

Después de la sesión: selección, edición y entrega con propósito

Cuando la sesión termina, empieza otra parte igual de importante.

Reviso cada imagen. Elimino lo superficial. Me quedo con lo que tiene sentido.

Edito de forma sobria, cuidando los tonos, la luz y la coherencia estética.

No busco efectos. Busco profundidad.

La entrega es digital, ordenada, limpia. A veces también en papel, si lo deseas.

Pero siempre cuidada. Porque no estás recibiendo fotos. Estás recibiendo memoria.

¿Y por qué no improviso?

Porque tu historia merece ser pensada.

Porque cada sesión es distinta y no se puede tratar como una plantilla.

Porque quiero que, cuando recibas tus fotos, sientas que alguien te entendió.

Improvisar es rápido.

Pero lo importante nunca se hace deprisa.

Anterior
Anterior

No nos gusta posar… ¿y ahora qué? (Una guía para parejas reales)

Siguiente
Siguiente

¿Vale la pena hacer una sesión familiar si los niños no paran quietos? Sí, y te cuento por qué?