¿Qué es una preboda y por qué deberías hacerla aunque no te gusten las fotos?
Puede que no te gusten las fotos. Que no te veas bien en ninguna. Que cada vez que alguien apunta con una cámara, sientas que te tensas.
Y, sin embargo, estás aquí, a punto de casarte.
Y algo dentro de ti te dice que quizá esta vez… merezca la pena intentarlo.
Una sesión de preboda no es un ensayo general. No es una excusa para posar ni un trámite que haya que cumplir.
Es simplemente un rato. Un paseo. Una conversación entre dos personas que se quieren… y un fotógrafo que observa en silencio.
Entonces… ¿qué es una preboda?
Es una sesión de fotos que se hace antes de la boda. Pero no esperes vestidos, ni nervios, ni tacones.
Es mucho más simple que eso. Y, quizá por eso, más valiosa.
No hay horarios. No hay invitados.
Solo ustedes dos, tal como son. En ropa cómoda. En un lugar que les guste o que signifique algo.
Sin presión. Sin guión. Solo el tiempo suficiente para que se olviden de que hay una cámara.
¿Por qué hacer una preboda aunque no te gusten las fotos?
Porque ayuda a soltar el miedo.
En el día de la boda hay muchas emociones, y estar relajados con el fotógrafo cambia todo.
Después de una preboda, las cámaras ya no asustan. Ustedes ya confían. Y se nota.
Porque las mejores fotos no necesitan protocolo.
No hay que vestirse de gala para tener una imagen que te emocione.
A veces, lo más honesto ocurre cuando no hay presión.
Porque son recuerdos que hablan solo de ustedes.
No del vestido, ni del banquete, ni del “evento”.
Solo de su historia.
Porque es tiempo juntos. Y eso siempre suma.
Un pequeño paréntesis en medio de tanta planificación. Un momento para detenerse, mirarse y decir: “sí, somos nosotros”.
Así es como yo trabajo las prebodas
No espero que sepas posar.
No hace falta que mires a cámara.
No voy a pedirte que sonrías si no te nace.
Solo te voy a invitar a estar. A caminar, a abrazar, a hablar, a guardar silencio si hace falta.
Uso luz natural, cámaras que me permiten trabajar sin prisa. Y busco esos gestos que a veces ni ustedes notan.
Esos en los que, años después, se van a reconocer.
En resumen
No se trata de posar.
Se trata de estar.
De confiar.
De tener, por fin, una imagen que no quieras borrar.
Y si al final, después de todo, aún crees que no te gustan las fotos…
Tal vez es porque aún no te han hecho una que de verdad hable de ti.