Cómo planificar tu sesión preboda sin morir en el intento

Guía práctica para una experiencia auténtica, relajada y con imágenes que hablen de verdad

La sesión preboda no es solo una excusa para tener fotos bonitas antes del gran día. Es mucho más que eso: es un ensayo emocional, una pausa en medio del caos de los preparativos y, sobre todo, una oportunidad para conectar con tu pareja —y con tu fotógrafo— sin presión, sin protocolo.

Pero claro, si nunca has hecho una sesión profesional, es normal tener dudas.

¿Qué me pongo? ¿Dónde lo hacemos? ¿Y si no sé posar?

Tranquilos. Aquí te dejo algunos consejos clave para que tu preboda sea un recuerdo en sí misma.

1. No busques parecer otra persona.

Tu sesión no necesita parecer una editorial de revista. Lo importante es que se parezca a ustedes.

Tu ropa, tus gestos, tu forma de abrazar o de reír… ahí está la magia. No la disfraces.

2. Elige un lugar que tenga sentido para vosotros.

Puede ser una calle que siempre caminan, un parque donde se conocieron o un rincón tranquilo fuera de la ciudad.

No se trata de tener el fondo más “épico”, sino de encontrar un entorno que cuente algo sobre ustedes.

3. Vístanse como ustedes, pero con intención.

No hace falta disfrazarse ni ir todos de blanco. Solo piensen en armonizar.

Colores suaves, texturas naturales, evitar logos y estampados fuertes.

Y sobre todo: sentirse cómodos. Si algo aprieta o incomoda, se nota en la foto.

4. Confíen en el fotógrafo. De verdad.

Una buena sesión es una danza entre la pareja y el fotógrafo.

Si confían, si se entregan, si se olvidan de “cómo deberían salir”, entonces ocurre lo bueno.

No busco que posen perfecto, busco que se olviden de que hay una cámara.

5. Vayan sin prisas.

No encajen la sesión entre una reunión y una cena. Dejen espacio para fluir.

Las mejores fotos suelen llegar cuando la guardia baja, cuando ya no están pensando en la sesión.

La pausa también se ve. Y se siente.

6. Hagan de esto un momento íntimo, no una tarea pendiente.

Más que preparar una sesión, prepárense para pasar un buen rato juntos.

Una preboda bien vivida no solo da buenas fotos, fortalece la conexión para el gran día.

Las fotos más memorables no son las que se ven perfectas. Son las que se sienten verdaderas.

Una preboda es el lugar perfecto para empezar a contar esa historia… desde el alma.

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